Ella lo observa desde el rincón, a través de sus anteojos de sol: un hombre de perfil, con su camisa blanca perfilando un cuerpo construido por pesas y kilómetros de correr, así lo demuestran sus majestuosas piernas apenas cubiertas por un pantalón suelto de algodón. Pero, su rostro es el que más la intriga. No demuestra la más mínima emoción. Sus rasgos aquilinos y duros, unos ojos negros velados por tupidas pestañas que hacen sombra sobre sus pómulos del más dulce café con leche.
Él la ha descubierto, sus pasos ágiles se encaminan hacia ella, los ojos de él se han adueñado de su mirada... (Continuará)
Me inspiré y aquí están estas letras...
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